Semana 2. Del 1 al 5 del 2 de 20126
Noticia 1
Declaraciones polémicas.
El director de cine Partista Yoyo (Yoyito, para los amigos; amigos que son como él, una panda de gilipollas de tres pares de cojones), de nacionalidad desconocida, de edad desconocida, pero natural de Cuenca y con unos recien cumplidos 37 años, ha declarado a EFESO que a él Holiwuv le importa una mierda; que lo que él hace es cine, cine, cine de verdad, cine de autor, que para eso se llama Partista Yoyo. Y además dijo este puto cara pijo que John Ford era una porquería de director, esto lo dijo a voces (voz de pito, voz así como el ruido que hace una tiza al pasar mal por la pizarra de un colegio). Lamentablemente, esto de John Ford lo oyó un transeúnte que pasaba hambre y pasaba por allí y creyendo que lo estaba insultando a él, torció el gesto, enseñó los dientes de su triste boca desdentada, y con un montón de soledad a cuestas, de frío y de desesperanza, se dirigió con paso firme hasta llegar a estar enfrente de Partista Yoyo y comenzó a darle de hostias hasta dejarle la cara como un caracol aplastado por la rueda de una bicicleta. Nadie intervino, y sorprendentemente se empezaros a oír unos aplausos, al principio tímidos para luego convertirse en un espectáculo de fuegos artificiales en forma de aplausos generalizados.
Informó Juanferri. (Ya le pueden ir dando por el culo a los Ipod, a los Ipad y a la madre que los parió)
Trampa mortal
Melisón Alacar Benítez (de unos 425 años de edad), se encontraba -a las cuatro y media la noche, o madrugada, como usted prefiera- tranquilamente con un grupo de amigos en un bonito pub de la localidad Sevillana de Chigüaga tomando, ingiriendo gin tonic, whisky, vino y licores varios. Estaban todos completamente bolingas, lo cual no impedía que siguieran dándole a drinki. A las cinco menos diez, Ataulfo Olores -profesor, asociado, en la Universidad Computadora de Oxford - sufrió un desvanecimiento, cayendo al suelo desde donde empezó a echar -por la boca, se entiende- billetes de 500 euros de curso legal, secos y todo (inmaculados), que salían disparados hacía arriba, esto es una obviedad, pero, en fin- hasta llegar al techo, lugar donde rebotaban y caían al suelo -normal, ¿no?, "caer al suelo", vale-. Allí, en el suelo, los billetes dijeron -por medio de un portavoz, del cual no me sé ahora mismo el número de serie- que "ellos, todos ellos, eran, pertenecían a Melisón Alacar Benítez. Éste, que de pelo no tenía un tonto, sino unos tres o cuatro (aunque hay que decir, en honor a la verdad, que, coqueto él, se estaba haciendo unos implantes de pelo natural y tal. Cada pelo le salía a unos 770 euracos), exclamó en voz alta -no se puede exclamar de otra manera, es cierto-: "Yo no quiero saber nada, que estoy témpana perdido y no sé ni cómo soy capaz de hablar". Un ¡¡Ooooohhhhhhhhhh! emitido por sus amiguetes inundó como la niebla que hay en Londres los días de niebla, el garito donde se estaba produciendo tan cotidiano suceso.El dueño del local, ante lo que estaba viendo y oyendo, y oliéndose lo peor dio aviso, llamó a la policía, la cual se personó allí a la velocidad de la luz (o más) y, de muy buenas maneras, se llevó a todo el personal a comisaría; incluidos los billetes de quinientos euros (si es que da gusto escribir esto: "quinientos euros", ¡joder!, con un millón de ellos ni te cuento la que de cosas que se pueden hacer...). Ya en comisaría, todo el mundo se fue para su casa, dado que ésas no eran horas para andar por ahí tocando los huevos fritos.
Juanferri
Ataque de furia (si es que está uno hasta los huevos, ¡hombre!)
Destroza a martillazos su ordenador; un precioso y carísimo portátil de ésos que valen una pasta de la Virgen. Aguas Nuevas Nas, vecino de Pamplona (Canadá), al parecer comenzó a sentir un nudo en la garganta, una ansiedad y una furia de color morado, cuando su PC -vamos a llamar a partir de aquí al ordenador: PC, que es más rapidito, ito, ito), cuando su PC se le quedó colgado por séptima vez en una calurosa tarde de un invierno helador, precisamente en el momento en el que había logrado comenzar no sé qué hostias de una descarga. Con la angustia, la ira, el sudor frío que provocaba que unas gotitas de eso, de sudor, le resbalaran por el cuello, la frente, y la punta del zapato, con todo esas cosas (o así), Aguas Nuevas Nas, empezó a notar que la cabeza se le hinchaba y empezaba a girar como una peonza sobre sus anchos hombros...Esto duro unos minutos (o así), al cabo de los cuales Aguas recobró un poco la normalidad y, aún con la furia y la frustración fustigándolo, agarró un martillo pilón -era ésta una costumbre que le venía de familia- que tenía siempre a mano y con saña se lío pegarle martillazos y más martillazos al puto PC de los putos cojones hasta dejarlo hecho algo así como ceniza. Luego echo un gapo (escupitajo) en el suelo, se sentó en un silloncete y echo un cigarrete.
¡Tanto Ipo, tanto esmarfone, tanto tablet, tanto móvil y tanto la madre que...Si es que está uno hasta los putísimos cojones de...!
En fin, podéis ir en paz, hijos míos (¿?)
Juanferri
Por fin, fin de:
"Terrible secuestro. Conmoción mundial. Terrible. Horroroso".
Un grupo, compuesto por treinta y tres peones -de los de pico y pala-, no se sabe cómo, secuestran de buenas maneras a Bill Gates, David Rockefeller, Harold "Terry" Mc Graw (qué nombres tienen estos jodidos, ¡la madre que los pario!), F. Marc Ladreit de Lacharrière y ya por último a este pájaro pinto que –como los anteriores- no ha dado un pulo palo al agua en su puta vida y que responde al nombre de Warren Buffet.
Después de encerrarlos en una nave de esas que hay en los Polígonos Industriales y que están abandonadas por razones obvias, los ponen -así nos lo ha narrado un testigo presencial, que ahora mismo no sabemos por dónde anda- en fila india y les van propinado un bofetón a cada uno; o sea, que cada uno de estos héroes de la finanzas (hay que joderse) recibe, exactamente, cinco bofetones, que hacen un total de 165 bofetones. Bofetones, ¡qué palabra!...Es como decir: botón...bofetón...(voy a echar un cigarro, un momento).
Lo sorprendente, o no (porque, la verdad sea dicha, a mí me da que éstos son, sin la pasta que manejan, y así cara a cara, unos putos cagones), es que ninguno de ellos opuso resistencia ni trató de rebelarse (esto demuestra una cobardía que, hay que decirlo todo, da algo de asco; mejor dicho: da asco).Finalizado el abofeteamiento (en la nave sonaba: Plas, plas, plas; pero no sólo plas, plas: también su eco) se procedió a hacerles a cada unos de ellos una foto de cuerpo entero (señalar que todos estaban en calzoncillos solamente) y otra foto, más en detalle, del color, tirando a rojizo de las mejillas que habían encajado con tanta mansedumbre los ya citados bofetones.-A ver, tú, Rockefeller -le preguntó un peón a ése, a Rockefeller-, ¿ se puede saber para qué cojones quieres tanto dinero? El peón que hacía la pregunta llevaba tres días sin comer y, vamos, sin esperanza, o así. El avispado R. (lo llamaremos R. porque ya me jode poner el nombre completo, ¡si es que está gente no se llama como Dios manda, ¡hostia!) contestó entre sollozos -el muy mamoncete- que él “lo hacía sin querer, que, vamos, la cosa coincidió así y qué iba a hacer él”.Esta respuesta encendió el ánimo del preguntante (el peón, peón que se llamaba y se llama Tevoyahostiar López), lo que le supuso a R. una bonita y cariñosa patada en los huevos (o hacía ese sitio fue dirigido el chut). Cierto es que no se sabe si le dio o no le dio, porque se sospecha que ése -R.-, huevos, huevos no tiene. De todas formas el multimillonario grito: “¡Ay, ay, ay, qué daño!”.Pancho Pancho Feliz, albañil de primera, en paro, intervino, y para sorpresa de todos sacó de no se sabe dónde un lanzallamas último modelo y perfectamente equipado. Con él apuntó a estos señores que, aparte de ser demasiado ricos, son los que manejan las putas agencias ésas que andan jodiendo por ahí al personal, que andan enriqueciéndose sin parar, y sin parar; que manejan, decimos, las Agencias de Rating.
Al ver el lanzallamas algunos de estos prohombres, de estos putos triunfadores, de estos chulos y fantasmas, se mearon, sí, sí, se mearon, se mearon de miedo -no daremos nombres porque no hay por qué darlos-. Esto le produjo tanta vergüenza a Pancho Pancho Feliz que con movimiento violento y soltando sonoros tacos, arrojó lejos de sí el lanzallamas y se puso a pelar cacahuetes para logar cierta calma en su febril y confuso estado mental. Fue Bill, Bill Gates (sí, ese niño de papá, ese niño pijo que cada vez que puede dice que él empezó de la nada, y que desde un modesto garaje -¡hay que joderse!, se dirá alguno que ahora mismo no tiene ni coche, ni garaje, ni casa, ni trabajo, ni la hostia bendita, ni...bueno-, y que, decíamos, desde un modesto garaje monto el imperio que hoy todos conocemos) quién con voz aflautada y con un aspecto un tanto ridículo (los calzoncillos, tipo tanga, con lunares rojos no es lo que se espera que use como prenda íntima una persona tan seria y encorbatada como él), preguntó a los treinta y tres peones: -Pero bueno, vamos a ver, vosotros ustedes ¿qué es lo que queréis? ¿Un rescate, dinero en efectivo, qué...? Evaristo Ciempozuelos, con paso calmo, pero firme, se dirigió hacia Bill y le miró a los ojos fijamente y sin decir ni mu, le cogió las gafas (a Bill, Bill Gates) y se las puso él.-¡Joder! -exclamó Evaristo Ciempozuelos- Si no se ve nada de nada, caballero -dirigiéndose a Gates- tiene usted las gafas mal graduadas, ¿no se había dado cuenta? Bill, que no salía de su asombro, contestó (con voz aflautada, tímida, acobardada; voz de castrati en apuros) : -Pues no, no me había dado cuenta, y es que como a mí me van de maravilla pues...La hostia que le soltó Ciempozuelos, en toda la cara, con el puño, sonó en la nave ésa como si se hubiera caído un saco de arena al suelo, suelo de cemento.Bill se apartó lloriqueando mientras balbuceaba (con mucho ojo de que no lo oyera nadie) "ya me las pagarás, ya me las pagarás, ¡canalla!".
Atardecía, y los amos del Mundo, al mismo ritmo que la luz se iba perdiendo en la nada, dejaban escurrirse por la "patas" abajo el poco valor, la poca entereza que aún les quedaba. Alguien encendió las luces de la nave (que aunque abandonada y porque a mí me sale de los cojones tenía luz). La mayoría de los peones -peones de pico y pala, no nos cansaremos de decirlo las veces que haga falta- se habían sentado en el suelo, suelo de cemento, frío; y asistían con regocijo, fascinados y, por paradójico que parezca, con ira, con odio contenido a la movida que allí tenían montada. Pancho Pancho Feliz llamó de un vocinazo a Warren Buffet, le dijo que se acercara y que delante de él se pusiera a la pata coja. Cosa que éste hizo muy obedientemente. Pancho tenía curiosidad por ver cuánto aguantaba a la pata coja un prohombre de esta categoría. No llegaron a pasar ni tres minutos cuando Warren, el gran Warren de los putos cojones, flojeó, y temblando como una mosca atrapada en la red de una araña cayó al suelo dándose un cabezazo que lo despabiló y que, sorprendentemente, hizo que se pusiera a cantar ópera con una voz que parecía pedir socorro y que, aparte de asco, daba grima.
Luego, todos juntos y como buenos amigos, se fueron por ahí a tomar unos vinos.
FIN.
Juanferri
Milagro
Encuentran en la calle a un recién licenciado en una carrera de ésas que hay por ahí, el cual sabe leer y escribir con corrección. El muchacho, Jeremaisias Alazona Ecológiz, no ha tardado en caer en manos de un cazatalentos de mirada turbia y algo calvo, quien ha procedido a contratarlo de forma inmediata para trabajar en cualquier trabajo en el haga falta saber leer y escribir correctamente.A veces la vida es justa, sí.
A veces la vida, cuando está arreglada y se ha echado colonia, puede ser justa y premiar a quien ella -la muy puta, con frecuencia- cree que merece ser premiado.Todos nos alegramos de que las cosas sean asín y de que el postre no deje nada que desear. Hostia.
Diego R.
cartoonja.com